César Pompeyo era un niño muy malo.Su madre le pegaba en el culete regordete cada vez que se portaba mal. César desordenaba su habitación, se burlaba de su hermano pequeño...
Hasta que un día su culito dijo que no aguantaba más y decidió irse.
A César no le importaba que su culito se marchara, pero con le paso de los días se dio cuenta de que lo necesitaba porque no podía sentarse, ni montar en bici con sus amigos...
Entonces, César le pidió a su culito regordete que volviera porque ya estaba siendo bueno y lo hechaba de menos.
A la mañana siguiente cuando se levantó y se dió cuenta de que su culito había vuelto y fue a ayudarle a sus padres a preparar el desayuno, después de desayunar toda la familia se fue al zoo y nunca mas se portó mal.